Cuando alguien fallece, ¿qué le decimos a su entorno más cercano?

No nos damos cuenta, pero ésta es una parte muy importante dentro del proceso de duelo.

Todo lo que voy a escribir lo voy a hacer teniendo en cuenta que para las personas que rodean a alguien que acaba de perder a un ser querido tampoco es fácil lo que ha ocurrido. Porque muchas veces les une una amistad o un parentesco cercano con la persona que ha muerto.

Cuando pierdes a un ser querido lo que menos quieres son palabras. Nadie puede quitarte la pena que tienes dentro. Pero un abrazo, una mirada compasiva o una mano tendida pueden ayudarte en tu proceso.

Al principio, en mi caso, yo no buscaba un oído al que hablar, pero poco a poco sí. Buscaba a alguien que sólo me escuchara sin que me dijera nada, sólo quería sentirme escuchada.

Cuando falleció mi pareja, la primera semana no quería ver a nadie. Venía una amiga a por mi hijo a casa y ella le llevaba a clase. No me sentía con fuerzas de enfrentarme a las personas.

En ese momento lo veía así, y ahora entiendo eso de “enfrentarme a las personas”. En realidad, no era enfrentarme a las personas sino a sus miradas y a su compasión. No quería dar pena a nadie.  Ahora no lo siento así, pero en ese momento mi autoestima estaba por los suelos y eso era lo que sentía.

Mientras estaba en casa iba recibiendo mensajes de muchas personas y eso me reconfortaba, sabía que las personas que me quieren estaban y están a mi lado. Lo que no me apetecía era hablar por teléfono o quedar para tomar un café. En ese aspecto, mi entorno creo que lo entendió perfectamente y me dejaron mi espacio.

Yo recibía mensajes todos los días y los agradecía muchísimo. Unos me sacaban una sonrisa y otros mensajes muchas lágrimas. Pero ambos eran necesarios para no sentirme sola.

Si que ha habido personas que pasado un tiempo me han dicho “Jo, es que no queríamos agobiarte”. Para mí esto es un fallo, porque con un mensaje no agobias a nadie. Si todo el mundo pensase lo mismo te quedas más sola que la una. No lo juzgo, sé que es un pensamiento que viene desde el amor.

Soy consciente de que todo el mundo no somos iguales y que no nacemos sabiendo, si no que las experiencias de la vida nos van enseñando.

No podemos juzgar a las personas por sentir que están o no están a nuestro lado. Está claro que hay personas que me hubiera gustado que hubiesen estado más cerca, pero no por ello me he enfadado. Las quiero igual.

Para acompañar a una persona en su proceso de duelo no hace falta llamarle o escribirle todos los días. Dependiendo del grado de confianza podrás llamarle, y si no te coge, puedes mandarle un mensaje. La otra persona cuando pueda te contestará… o no.

No pienses que por no cogerte el teléfono o por no contestarte a un mensaje no quiere que le escribas. Simplemente puede que no tenga ganas o fuerzas de contestarte. Está bien, deja que pasen unos días y vuelve a intentarlo, pero sin forzarlo.

Son momentos difíciles que se hacen más fáciles viendo que a tu lado tienes una red de personas con las que sabes que puedes contar en cualquier momento. Muchas veces no hace falta tener a las personas físicamente a tu lado, con saber que están ahí es suficiente.

Presencia y comprensión.

Hay dos cosas que son fundamentales en la vida y que te ayudan a la hora de acompañar a alguien que ha perdido a un ser querido: La presencia y la comprensión.

La presencia no tiene porqué ser física. Yo tengo amistades que viven lejos y les siento cerca porque me llaman o me mandan mensajes y siempre tienen palabras llenas de amor y comprensión para mí.

La otra persona tiene que sentir que estás ahí “a su lado” para ofrecerle tu hombro, tu escucha, tu mano… lo que necesite en cada momento. La presencia conlleva estar presente.

Pero ¿qué es esto? Es estar para cuando la otra persona esté triste, sienta enfado, esté sufriendo… Es transmitirle que vas a sostenerle para lo que necesite, sin juicios.

La comprensión es algo indispensable. Es lo que te va a ayudar a saber qué hacer o qué decir en cada momento. Para, respira y comprende a la otra persona: si llora, si grita, si se lamenta, si no quiere salir de casa, si no quiere salir de la cama… es porque lo necesita.

Siempre teniendo en cuenta que tenemos que controlar que la persona no esté todo el día llorando o todo el día gritando. Si creemos que necesita ayuda profesional es importante que nos asesoremos y valoremos qué es lo que tenemos que hacer.

Las emociones que se alargan demasiado en el tiempo no son buenas.

Frases prohibidas cuando acompañas a una persona en el duelo

Las siguientes frases están prohibidas. Así de tajante soy en este punto:

  • “No pasa nada”
  • “Bueno, el tiempo lo cura todo”
  • “Menuda putada te ha hecho la vida”
  • “No llores mujer”
  • “Todavía eres joven, vendrán otros…”
  • “Eres joven, todavía tienes toda la vida por delante”
  • “Tienes que salir a la calle”
  • “Ahora a seguir adelante por tu hijo”
  • “Tienes que ser fuerte”
  • “Ah, pues estás muy guapa”

Muchas veces es mejor no decir nada, con dar un abrazo y un beso es más que suficiente.

Las frases que le puedas decir tienen que salir del corazón. Puedes preguntarle qué necesita y si hay algo en lo que le puedas ayudar. Te pongo algunos ejemplos para que te hagas una idea.

Frases que necesita oír una persona que acaba de perder a un ser querido:

  • “Lo siento mucho, ¿Hay algo en lo que te pueda ayudar?”
  • “¿Hay algo que necesites?”
  • “Cuando necesites un abrazo llámame y vengo”
  • “Si necesitas hablar, vengo y te escucho”
  • “Siéntete libre de llamarme cuando lo necesites”
  • “Me tienes a tu lado para lo que necesites”
  • “Si quieres que te acompañe a hacer alguna gestión, cuenta conmigo”

No es fácil para nadie gestionar estos momentos tan difíciles. No se trata de juzgar a nadie, pero sí es importante ser consciente del poder de algunas palabras. Tan sencillo como un abrazo y un beso es suficiente para apoyar a una persona que acaba de perder a un ser querido.

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