El 19 de noviembre de este año va a hacer tres años de la muerte de una de las personas más importantes de mi vida. Él ha sido la persona que me ha hecho el regalo más bonito que he recibido en mi vida: mi hijo.
Él ha sido uno de los pilares más importantes de mi vida, mi amante, mi compañero, mi amigo… Gracias a él estoy donde estoy.
Este verano he hecho una reflexión sobre todo lo que he pasado estos últimos tres años y me he dado cuenta de que ahora estoy en un momento muy bonito. He conseguido la serenidad y el bienestar que tanto he deseado desde que falleció mi pareja.
Mirando hacia atrás y valorando todo lo que ha ocurrido durante el proceso de duelo, me he dado cuenta de todo el sufrimiento que he pasado y de que no era consciente de ello. Tengo la sensación de que me escondía tras la máscara de «Yo soy fuerte y puedo con todo». Y supongo que esto no me dejaba ver lo mal que estaba y así no tenía que pensar en ello.
Hay algo muy significativo que recordarlo me da fuerza, y es que me doy cuenta de la fortaleza que tenemos los seres vivos y que si “queremos” podemos transformar nuestra peor experiencia en algo lleno de esperanza y amor.
El caso es que cuando murió mi pareja mi hijo tenía cuatro años y pesaba unos 20 kilos. Cuando se quedaba dormido en el coche yo no era capaz de subirle por las escaleras. Sentía que no tenía fuerzas para sujetarle y me costaba muchísimo subir cada uno de los peldaños.
Hoy en día que pesa más, cuando tengo que subirle, no me cuesta tanto. Tengo que hacer un esfuerzo, pero no es nada comparado con lo que sentía al principio.
Ahora soy consciente de lo mal que estaba, de lo débil que estaba físicamente, y que en ese momento no me daba cuenta. Lo único que quería era seguir, seguir y seguir… sin pararme a pensar en lo que me estaba pasando. Yo pensaba que estaba estupenda.
¿Qué papel ha jugado el coaching en la gestión del duelo?
El coaching es un gran proceso de autoconocimiento. Si comienzas un proceso de coaching individual, necesitas sentir y transitar por tus emociones durante el duelo, hacer frente a tus miedos, a tus creencias, a tus pensamientos negativos… Esto no se consigue de la noche a la mañana, y es un trabajo diario en el que tienes que ser constante.
Como profesional me parece fundamental escuchar a las personas que confían en mí con los oídos, con el corazón y sobre todo con el alma. Para mí el Arte de Escuchar siempre ha sido muy importante, y es la única manera de poder darme cuenta de que alguien no está bien o de que algo le incomoda. Si no hiciera escucha activa no podría ayudar a nadie.
El coaching te da la llave para ayudar a las personas sin dirigirlas. Simplemente escucho con el alma, hago preguntas para que la otra persona, por si misma, se dé la respuesta a su “problema”. Y todo ello bañado con empatía, respeto, empoderamiento, esperanza y amor.
El proceso de coaching es diferente según la fase de duelo en el que te encuentres y también de tu forma de ser. Porque las personas somos diferentes. Para mí es importante conocerte y ver contigo en qué momento te encuentras.
Otra parte importante del coaching es devolver a la otra persona lo que ha dicho con las mismas palabras. Esto es muy importante porque al ritmo que vamos en esta vida, muchas veces no nos escuchamos y no nos damos cuenta de las cosas que decimos. Entonces, al escuchar a la otra persona diciendo lo que acabamos de “soltar”, tomamos conciencia de nuestras palabras.
Algunos de los beneficios del coaching.
Aprendizajes de las sesiones de coaching individual realizadas y mis propias vivencias personales:
- Enseña a escucharte y a respetarte.
- Ayuda a transitar por tus emociones, a hacerte su amiga, y a entender para que vienen.
- Respeta tu ritmo. Ir poco a poco está bien, no hace falta correr.
- Reflexiona sobre las cosas que te van pasando en el día a día.
- Respeta a todas las personas tal y como son, sin juzgarlas.
- No pone etiquetas.
- Ve el potencial que hay dentro de cada persona que te vas encontrando en la vida.
- Cambia la perspectiva a la hora de ver las cosas. Un pequeño “cambio de posición” puede ser un gran cambio.
- No quiere cambiar a nadie, nos reconoce tal y como somos.
La vida es como una montaña rusa, hoy estás bien y mañana no tan bien… Es ley de vida, pero la actitud que adquieres tras un proceso de coaching y las herramientas que incorporas a tu día a día permanecerán contigo para siempre y serán suficientes para hacer frente a todo lo que venga.
Si estás viviendo un proceso de duelo, te animo a dar el paso, a sentir y vivir tus emociones. Incorpora ayuda profesional y verás cómo, poco a poco, avanzarás.
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